Cementerio del Sud: Testimonios de la historia a más de 100 años de su cierre



El Cementerio del sud se ubica en una pequeña parcela a 2,5 km. del centro de San Andrés de Giles. Antiguamente los cementerios se ubicaban en las afueras de los pueblos; costumbre que aún se mantiene en algunos lugares de la argentina alejados de las grandes ciudades.

San Andrés de Giles es una localidad argentina ubicada en el norte de la provincia de Buenos Aires, a orillas del arroyo de San Andrés de Giles y a 103 km de la ciudad de Buenos Aires. Es la cabecera del Partido de San Andrés de Giles.


HISTORIA


Fue en la Pascua de 1874 cuando en el pueblo de San Andrés de Giles se habilitó el Cementerio del Sud. La localidad nació oficialmente en 1832 con el nombramiento del primer juez de paz, aunque otros prefieren tomar como referencia el año 1806, cuando el 20 de noviembre se estableció como Patrón a San Andrés Apóstol. 





Pedro de Giles y Saavedra fue el beneficiario que a fines del siglo 17 recibió esas tierras, de ahí su nombre. Este cementerio sería el tercero que tendría la zona y allí comenzarían a inhumarse los muertos víctimas de las infames e implacables epidemias de cólera y de fiebre amarilla, que fueron un temido flagelo para las poblaciones y una pesadilla para las autoridades, que ignoraban cómo tratarlas.





La epidemia de 1871 mató aproximadamente al 8% de los habitantes de Buenos Aires, un total aproximado de 14.000 muertos en total, la mayoría inmigrantes italianos, españoles, franceses y de otros orígenes europeos. Muchos de los sobrevivientes abandonaron la ciudad de Buenos Aires para intentar escapar del flagelo, sin saber que muchos de ellos ya estaban infectados y terminarían habitando el Cementerio del Sud.











De la plaza central de San Andrés de Giles había que transitar unas treinta cuadras hacia el sudeste para llegar al cementerio, que ocupa una hectárea. Según establecía la Ley de secularización de cementerios, de 1850, éstos debían seguir determinados parámetros higienistas y profilácticos en cuanto a su emplazamiento. Ya se habían dejado de lado los enterramientos en las iglesias para las familias acomodadas.






Cuando se construyó, tenía un muro perimetral de 1.80 y contenía diferentes estructuras funerarias, como nichos sobre los muros perimetrales, bóvedas, en el centro panteones más importantes y tumbas en tierra que los años y la naturaleza hicieron que actualmente carezcan de identificación.











En 1919 su capacidad se saturó y se abrió uno nuevo, en el norte de San Andrés de Giles, que es el que sigue en funcionamiento.



Pero su historia no terminaría ahí...

Los deudos continuaron sus visitas, ayudaban al cuidador municipal en el mantenimiento de las tumbas y esa lucha desigual contra el abandono finalizó en la década de 1970 cuando se produjo lo que muchos temían. La municipalidad dio de baja el cargo de cuidador y el deterioro y el vandalismo hicieron lo propio. Primero robaron puertas, rejas, apliques, lápidas y terminaron por romper las tapas de los nichos y robarse los ataúdes y restos humanos. La maleza también hizo lo suyo y se fueron apoderando de las construcciones que encontraban a su paso.
















La declaración como “lugar de relevante valor histórico”, impuesto por la ordenanza municipal 119/88 no contribuyó demasiado en su preservación. El lugar fue usado para la filmación de una película donde removieron tierra, destruyeron sepulcros y hasta incendiaron una bóveda, tal como demandaba el guión.














En 2016 un grupo de investigadores -integrado por arqueólogos, antropólogos, historiadores, biólogos y odontólogos- se propusieron la tarea de revalorizar el cementerio y así reconstruir y recuperar parte del pasado de San Andrés de Giles. El trabajo lo hacen junto a la comunidad local.














Por los datos recolectados, recuperaron restos ornamentales de ataúdes, nichos y bóvedas, fragmentos de lápidas de mármol con inscripciones en español y en inglés; también cruces de metal muchas con simbología irlandesa. Hay inscripciones con apellidos de familias del lugar y, según comentaron los arqueólogos, se habrían enterrado a parientes del general Bartolomé Mitre.












También podemos observar símbolos asociados a la masonería, como antorchas invertidas con cintas flameantes.







Según comentarios de los pobladores, el grupo de arqueólogos estudiaría las inmediaciones de un arroyo, donde se acostumbraba enterrar a los esclavos; y también un terreno donde se desarrolló una batalla entre unitarios y federales, allá por 1820 y donde esperan hallar la fosa común. Será fácil ubicarlo. Según cuenta la tradición, ese lugar, por respeto, nunca fue sembrado.



Bueno cazadores....nos vemos en la próxima historia 😉😉

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Paraje Arroyo de Luna